domingo, 14 de abril de 2013

¡Atención a Portugal!

Atención a Portugal, at Editorial de La Vanguardia, 14/04/2013

HAY que prestar más atención a Portugal. Por razones de vecindad y de interés. Antes de iniciarse la crisis, las relaciones comerciales entre España y Portugal eran de un volumen superior a las exportaciones de España a todos los países de Latinoamérica juntos. Y en el interior de ese cuadro, el principal foco de comercio con Portugal estaba en Catalunya. Por razones que no son difíciles de imaginar, los catalanes siempre han sentido simpatía por la nación del occidente peninsular; una empatía que, evidentemente, no empañan las actuales rivalidades deportivas, residenciadas –con acento portugués– en la capital de España.
¿Qué pasa en Portugal? Portugal se está cansando de la política de austeridad impuesta por la troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional) tras la intervención de su economía en abril del 2011. Portugal sufre y después de dos años de paciencia, disciplina y gran dignidad, comienza a enviar señales de fortísimo malestar. La cuerda del sufrimiento social está muy tensa y la austeridad comienza a afectar intereses que quizá se creían a salvo, en un país en el que el funcionariado sigue ejerciendo un papel social muy relevante.
Portugal pidió ayuda porque no podía refinanciar su deuda a precios razonables. A principios de abril del 2011, sus títulos a diez años sólo podían colocarse con un interés del 8,55%. La situación era insostenible. Después de Grecia e Irlanda, Portugal fue la tercera pieza en caer. La intervención fue solicitada formalmente por el primer ministro socialista José Sócrates el día 6 de abril del año once. Sócrates se hallaba en funciones, tras haber sido derrotado en las urnas por Pedro Passos Coelho, nuevo líder del Partido Social Demócrata, la formación que dio forma al centroderecha portugués (con más centro que derecha) después de la revolución de los claveles de 1974. El gesto de Sócrates comprometió al Partido Socialista con la nueva situación. Los socialistas pedían el rescate y el centroderecha (aliado en el Gobierno con el Centro Democrático Social, partido situado más a la derecha) gestionaba la austeridad. Esa combinación ayuda a explicar la estabilidad de los dos últimos años.
La serenidad portuguesa se está quebrando por arriba y por abajo. En la calle crece la protesta y se canta Grândola, Vila Morena, la canción himno del 25 de Abril. Por arriba, las élites están muy inquietas. El presidente de la República, Aníbal Cavaco Silva, exponente de la vieja guardia del centroderecha, no es ajeno a esa inquietud. Disconforme con los presupuestos del 2013, fue el presidente Cavaco quien remitió la anulación de la paga extra de los funcionarios al Tribunal Constitucional. El alto tribunal acaba de anular ese recorte con el consiguiente bofetón al Gobierno.
Tensiones en el área gobernante, con un trasfondo de mayor calado. Las voces favorables a la salida de Portugal del euro se están haciendo más audibles. Tres meses después de que Londres –el viejo aliado y protector de Portugal– anunciase la posible celebración de un referéndum en el 2017 sobre la continuidad del Reino Unido en la Unión Europea, en sectores de la sociedad portuguesa crece la idealización de un Portugal fuera del euro, aliado preferente de Inglaterra y plataforma de las inversiones brasileñas, chinas y angoleñas en el sur de Europa.
Atención a Portugal.

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